Interior II

Museo Universitario de Arte Contemporáneo UNAM, MUAC

Interior II, 2016

“Interior II” es la segunda pieza de la serie Interior. Este conjunto de instalaciones sonoras se caracteriza por hacer uso de la espacialización sonora y la oscuridad con la finalidad de intensificar la experiencia psicoacústica y social del escucha.

Esta obra sucede en un espacio completamente aforado en tela negra y apenas iluminado por una luz tenue. La obra fue realizada para el Espacio sonoro del Museo Universitario de Arte Contemporáneo, MUAC. Fue realizada en colaboración con varias personas invitadas a grabar su voz para expresar su sensación sobre el estado actual del país en aquel momento, sin restricciones temporales o de contenido. Las grabaciones resultantes fueron alargadas en el tiempo hasta cuatrocientas veces. El resultado es una masa vocal envolvente que remite a un requiem coral.

“Interior II” fue comisionada por el Museo Universitario de Arte Contemporáneo en una versión de 22 canales para el Espacio Sonoro y curada por Marco Morales.

Las piezas de esta serie se han presentado en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México y en el Centro Cultural de España de México.

Escucha una versión stereo del audio de la instalación aquí:



Interior II de Rogelio Sosa, voz y mediación

Alfredo Gallardo

“El civilizado se sentía a sí mismo en suspenso en presencia del coro satírico: y el efecto
más inmediato de la tragedia dionisíaca es que el Estado y la sociedad y, en general,
los abismos que separan a un hombre de otro dejan paso a un prepotente sentimiento
de unidad, que retrotrae todas las cosas al corazón de la naturaleza”

W. Friedrich Nietszche

A propósito del arte, el filósofo político del siglo XVII Thomas Hobbes publicó en 1651 en su libro “Leviatán o La materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil” la siguiente frase: “Gracias al arte se crea ese gran Leviatán que llamamos República o Estado que no es sino un hombre artificial”, es entonces ahí en donde merece sostenernos, concentrarnos con firmeza y no perder de vista las palabras de ese argumento y señalarlo, mirarlo con extrañeza, desconfianza, y contrastarlo con nuestro contexto actual: El contexto contemporáneo, un México de pliegues, dividido, dividido a voces, voces que están lejos de plantear una unidad -aunque sea un deseo lejano o muy profundo que subyace en su contenido- Estamos ante una disgregación de voces críticas conscientes e inconscientes, eruditas y viscerales, mismas que habitan un espacio sonoro y un tiempo específicos: las calles, los rincones o los vastos horizontes de las diásporas migratorias,  entre otros muchos espacios sociales. Sea que escuchemos dichas voces o no, ahí están en su crudeza, dispersas en el espacio, bajo el cielo, articulando erráticamente y de forma circunstancial, rizomática,[1] puntos inconexos que se tienden en el continuo, paradójicamente unidos por un deseo subyacente de unidad inalcanzable.

Vivimos en una etapa en la que el mítico Leviatán y sus fronteras se nos presenta como una pálida figura sostenida por ideales fútiles, simbolismos anacrónicos y esperpentos mitológicos solo sostenidos por inocentes devotos o por quienes ostentan la espada del poder y el discurso oficial. Este es un leviatán contradicho por la frustración, la desigualdad y el terror bajo el cielo de necro-políticas[2], desigualdad, ecocidio, corrupción e hipocresía oficialista. Entonces todo se vuelve claro: En nuestra época esta figura político-mitológica se desvanece y se nos presenta -por así decirlo- como una parodia de sí misma, a pesar de los intentos por crear democracias; Todo su esplendor onírico se viene abajo ante la realidad y su(s) pulso(s), ante las efervescencias sociales y el descontento que canta (o gruñe) a torcido coro incontables diatribas contra él, distribuidas en su interior, en diferentes tiempos, proyectadas al infinito.

Antes de situarnos en los abismos sónicos de Interior II del compositor y artista mexicano Rogelio Sosa cabe la necesidad de encontrarnos a nosotros mismos como escuchas, como testigos de un espacio político y social con sus infinitas consecuencias sonoras.Conocí a Rogelio Sosa en 2011 y a partir de ahí, gracias a mi trabajo como gestor y curador independiente, comenzamos a colaborar después de varios años en charlas y conciertos que yo mismo organicé y se generó una amistad que me permitió conocer de cerca su trabajo sobre música electroacústica y sus exploraciones sobre la música concreta entre otras fascinantes facetas de su quehacer artístico y musical, y puedo decir que su práctica sonora y compositiva va más allá del simbolismo propiamente. Rogelio es un artista que como el artesano trabaja sobre la materia y la esculpe, trabaja sobre las fuente sonoras, su contenido y su física acústica, es decir: con “El sonido en sí”.

Al entrar al Espacio de Experimentación Sonora del Museo Universitario de Arte Contemporáneo durante la pieza Interior II nos situamos frente a una sensación de existir inmersos en el vacío del interior del leviatán: la caótica, pálidamente moralina y coactiva bestia mítica Hobbesiana y Bíblica; Con el escucha en su vientre, aislado de todo estímulo sonoro del exterior.

El campo sonoro está compuesto por veintidós bocinas y dos subwoofers (audio surround hamasaki 22.2) sumadas a las propiedades acústicas de la sala. Las paredes de la misma han sido cubiertas de negro y se ha reducido la iluminación al mínimo; el sentido de la vista es privado y el escucha es arrojado a mantener una escucha atenta y activa ante un flujo constante batimientos que se entrecruzan, superponen y cambian, ante el efímero sustain de los sonidos y el augurio próximo del inevitable decay en una imparable corriente sonora heracliteana: un flujo constante y siempre cambiante de sonidos.Para la pieza se invitaron a colaborar a distintas personalidades para expresar oralmente su interpretación sobre la situación actual de México sin restricciones de tiempo ni de contenido, por lo que ésta instalación da muestra de la reflexión y la exploración del artista sobre la voz humana y sus posibilidades inherentes como (in)materia sonora y su capacidad de ser mediada con software de edición de audio y equipo de sonido, en perfecto dominio de las técnicas compositivas de la música electroacústica, la música concreta y la acusmática.

El contenido sonoro proviene de cuerpos sintientes y pensantes y se nos muestra en su crudeza pero dislocado, re-articulado, elongado, comprimido o distorsionado, un soundscape en el que las texturas se vuelven evidentes produciendo armonías indómitas que por su naturaleza se encuentran, se tocan, se entrelazan y en ocasiones se devoran y se cancelan en el tiempo y el espacio agotando su efímera (in)materialidad.

En Interior II, las voces no son armonizadas a voluntad de los ejecutantes ya que no existió nunca la intención de los intérpretes de los fragmentos orales el entablar una diálogo musical con los otros, sino que todas ellas fueron grabadas en espacios aislados y posteriormente mediadas, re-situadas y distribuidas a su vez en 22 bocinas.
Las figuras sonoras muestran una vitalidad torcida y caprichosa que recuerdan la descripción del coro satírico de Nietzsche en ciertos momentos, pero sin tener esa intencionalidad enaltecedora ni un orden con una finalidad simbólica específica; Ante nosotros se despliega un horizonte sonoro agrietado, pesimista, opresivo, poético y crítico, pero sobre todo concreto, y en algunas frases logra rastrearse la esperanza y el anhelo de unidad diosiaca, esfumándose como el humo en un instante.

Para esta pieza Rogelio Sosa se posiciona lejos del simbolismo y desata una especie de coro visceral que proviene de la fuente misma del sonido que le da vida y denota su particular interés por la oralidad, producto de su experiencia con trabajos operísticos contemporáneos. A pesar de su carácter abierto, en su semántica conceptual Interior II no supone ninguna redención o normalización de las problemáticas socio-­políticas y culturales del país en un momento de tantos posibles escenarios de violencia desmedida, sublevación, represión o vox populi desarticulada y desperdigada en el espacio. No es tampoco el edulcoramiento de la desigualdad con una prestidigitación artística. Va más allá de simbolismos, es un viaje –sonoro-­  en caída libre a las entrañas de lo que llamo un abstracto Leviatán político rugiente, caótico y autoflagelado por las voces de quienes le sostienen en su interior con el sonido de diatribas emanadas de sus gargantas y lenguas isoladas , mismas -­que mediadas por las máquinas y las bocinas-­ gritan, se lamentan cantan en la desesperanza y poetizan, buscando ecos en un escucha activo “sin que se vea hasta qué profundidad van a resonar, repercutir y extinguirse” a propósito de la fenomenología sobre la resonancia poética de Gastón Bachelard en su libro, la poética del espacio.

Siguiendo al co-­autor del libro “Ruido y Capitalismo” Anthony IIes, en su argumento sobre la “lucha de las prácticas vanguardistas hacia cambios en la percepción”, con ésta pieza, Rogelio Sosa busca transformar la forma de escucha, es decir: la percepción a través de los medios electrónicos, mismos que usa como detonantes de procesos epistémicos y cómo él mismo lo dice: busca “inducir en el escucha formas alternas de percibir y conceptualizar el fenómeno sonoro y detonar “situaciones de excepción auditiva –producto de la transformación y transgresión de entidades sonoras estables, así como de la intensificación del espacio acústico–. “ 

Exhibida en un momento coyuntural en el que el MUAC acogió la exposición del escultor de origen hindú Anish Kapoor, la pieza “Interior II” de Rogelio Sosa hace contrapeso, no solo porque induce una cancelación de todo estímulo visual sino porque regresa al oído su capacidad perceptiva e interpretativa.


[1] Los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari, desarrollaron el concepto de rizoma, el cual es un modelo descriptivo o epistemológico en el que la organización de realidades o fenómenos no siguen órdenes de subordinación jerárquica sino que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro. En un modelo arbóreo o jerárquico tradicional de organización lo que se afirma de los elementos de mayor nivel es necesariamente verdadero de los elementos subordinados, más no a la inversa. En un modelo rizomático, cualquier predicado afirmado de un elemento puede incidir en la concepción de otros elementos de la estructura, sin importar su posición recíproca. El rizoma carece, por lo tanto, de centro.

[2] Para el filósofo camerunés Achille Mbembe el concepto de necropolítica se refiere a la administración de la muerte con fines de dominación y exterminio en un contexto económico y político en el que el estado de derecho puede ser alterado, burlado o ignorado por completo por quienes ostentan un tipo de poder oficial o colaboradores que escapan a toda regulación, por ejemplo: Paramilitares.